Mucho se habla de emprendimiento últimamente; se han perdido por el camino muchos trabajos, y el emprendimiento surge como la solución ideal. Pero lo que muchas veces no nos paramos a pensar cuando comenzamos algo, es que para lograr el éxito necesitamos, además de una conveniente alineación de los astros, mucha constancia, una ilusión tremenda y un objetivo claro.
Las dos primeras seguro que todos estamos cargados de ellas cuando comenzamos un nuevo proyecto, así que vamos a empezar por el objetivo.
¿Cómo establezco o encuentro mi objetivo? Para empezar, lo debemos tener muy pero que muy definido, y no como una ambigüedad como por ejemplo ser rico (¿qué es ser rico? depende de a quién se lo preguntes, ¿no?)
Un objetivo puede ser, montar una fábrica de neumáticos, poner en marcha una web sobre marketing, estudiar el Grado en Derecho…. Se me ocurren muchas más ideas pero todas ellas tienen que ser claras, directas y sin ningún tipo de ambigüedad. No vale con quiero hacer una carrera, hay que ser más específicos: quiero estudiar Derecho, lo voy a hacer por la UNED estudiando 1 hora cada día y 6 horas los fines de semana, y matriculándome en 6 asignaturas el primer año.
En muchos casos me he encontrado con personas que decían, quiero montar una empresa, no sé de qué, pero quiero ganar mucho dinero. Empezamos mal…
Entonces, ¿qué debo hacer, cómo pensar, qué decisiones tengo que tomar?, en definitiva, ¿por dónde empiezo?
Primero: encontrar aquello que nos apasiona. Hay muchas cosas gratificantes en esta vida, y una de ellas es sin duda, dedicar la mayor parte de tu tiempo a algo que te apasione, que te ilusione y que te de un motivo para levantarte de la cama de un salto todos los días. No podemos tener éxito en algo que no nos gusta, es muy difícil, puede sonar la flauta, pero como si aciertas los números de la primitiva, que no es imposible pero no conozco aún a nadie que le haya tocado.
Segundo: empezar, sí, así de fácil, empezar. Y casi siempre los inicios son muy difíciles y tendrás que renunciar a un montón de otras actividades como ver la televisión sin saber ni lo que estás viendo, salir a tomar algo todos los días sólo por desconectar, perder el tiempo en el sofá jugando con la tablet,…, ya ves, cosas muy importantes y relevantes.
Tercero: seguir y perseverar en tu idea, ser constante. Da igual todo lo que pase a tu alrededor, tú tienes un objetivo claro, has empezado a hacer algo para conseguirlo y no pararás hasta conseguirlo. Todos tenemos momentos en los que no tenemos energía ni ganas de hacer nada, es lógico, y puede que esos días no hagas nada e incluso los aproveches para reflexionar sobre el rumbo que estás tomando (esto último sería lo ideal). Pero hay que volver a reenganchar, no perder de vista nuestro objetivo, seguir, y retomarlo incluso con más fuerza, sin que nada te detenga. Pero ojo al cuarto paso.
Cuarto: cambiar a otro tema si la cosa no funciona. No te empeñes en seguir y seguir hasta que te fallen las fuerzas y que la propia actividad haga que pierdas de vista tu objetivo. ¿No puede ser que te hayas equivocado? Claro que sí. Como dijo Edison: he encontrado 1000 maneras de cómo no hacer una bombilla.
En resumen, encontrar lo que nos apasione, empezar a hacerlo, ser constante, y si no funciona, cambiar el rumbo. Parece fácil y aquí está muy resumido, pero es importante sentar las bases de lo que queremos hacer y sobre todo, tener muy claro a dónde queremos que nos lleve.